Desde no hace mucho tiempos dos analistas tech (Gastón Massari Copes y Alejandro Lanuque) vienen hablando de los dativoros digitales. Una suerte de homo digitalis que tiene como particularidad que: en su relación social, tiene una nueva forma de vincularse con instituciones, empresas y pares. Es un nuevo ciudadano, lleno de data.
A este nuevo fenómeno lo definen del siguiente modo: El Dativoro depreda datos, los captura, y engulle tanto como puede. Su propósito es asegurar su existencia y supervivencia en un mundo volátil y cambiante, devorando, generando y compartiendo tantos datos como le sea posible.
Estos dativoros, funcionalmente hablando, vieron acelerada su actividad al: Hacer fluir la información, (…) Este nuevo ciudadano se está gestando desde hace años, sin embargo, la aparición de la pandemia originada por el COVID-19, y el drástico giro en los comportamientos sociales, aceleró su aparición de forma impensada.
Entonces, aquí se propone una línea interpretativa que conjuga que si al dativoro -ante la captura constante de datos por vía de smartphones, redes, smart tv y semejantes- le sumamos el estado de antipatía, hastío y pesadumbre con la política por las medidas sanitarias y de restricción, la química biotecnológica no nos puede dar un resultado a priori muy positivo en materia de virtudes republicanas y democráticas.
Por si fuese necesario aclararlo, esto no ocurre sólo en Sud América, es un estado de opinión y actividad repetida en gran parte de las principales capitales del mundo con marchas por reclamos de subsidios, derechos laborales, anti cuarentena y pro apertura para volver a la actividad económica y comercial habitual, previa, al escenarios desatado por el Covid-19. El efecto principal, además del que sufra el representativo, es sobre la viabilidad o no de los sistemas presupuestarios y financieros estatales apalancados sobre la base de la disponibilidad de los recursos y empresas privadas y derechos de propiedad.
Por ende, el mix o híbrido sociológico aquí considerado es un ciudadano unidimensional, descrito y conceptualizado por los analistas citados de modo original, a los que le sumamos la desesperanza sobre la clase política y los resultados de la economía conformando así un dativoro electoral con capacidad de aceleración de intercambio de información, ocurran doxarquías, o la simple coordinación de movilizaciones y estructuración de fugaces nuevas agendas públicas que los medios tradicionales pueden no tener opción de obturar o filtrar y entonces la deben visibilizar y legitimar.
Es clave entonces, desde una perspectiva política y de asuntos públicos, ver que el dativoro que se sustenta en el consumo express de datos, información, memes y emojis, siempre enmarcados o bajo recortes interpretativos a los que consume sin capacidad de realizar un análisis crítico y prudente, propio del fact checking, y que encima se ve atacado por izquierda y derecha por via de los fakes news, las campañas negativas o las noticias falsas no puede dar como resultado otra perspectiva con cada vez mayores cantidades de electores apáticos, apolíticos, antipolíticos, o anti-sistema.
Por ende, de algún modo, esta hibridez resultante de dativoro digital electoral y antipolítico es un llamado de atención a la potencial emergencia de políticos que usufructúan el descontento, amplíen las grietas o diferencias en las democracias y ello resulte en elecciones que nos den como resultados finales a candidatos outsiders, radicalizados o populistas en detrimento de las figuras que alientan propuestas para democracias plurales, deliberativas y tolerantes.
Finalmente, espero humildemente, que la advertencia sobre los dativoros antipolíticos valga también como oportunidad para ampliar y complejizar la mirada sobre los procesos de ciberdemocracia, ciber-ética, nuevas formas de co-creación de políticas públicas y la participación política. Entendamos, entonces, que todo esto está inmerso en nuestro escenario y ante nuestros ojos, y aunque es cierto, que alguien o muchos puedan pensarlo como algo raro, sorprendente o imprevisible ya no es lógico pensarlo como algo imposible.
Javier Adrián Cubillas – Analista de Asuntos Públicos
Última actualización: 01/24/2021
Brillante aporte!
Me llevo esta frase “todo esto está inmerso en nuestro escenario y ante nuestros ojos, y aunque es cierto, que alguien o muchos puedan pensarlo como algo raro, sorprendente o imprevisible ya no es lógico pensarlo como algo imposible”.
Gracias!